viernes, 20 de marzo de 2015

INSISTEN CON EL SHOPPING, "PROYECTO" QUE YA FUE RECHAZADO EN CUATRO OPORTUNIDADES


Buenos Aires, 20 de marzo de 2015

 

 

ALGO DIFÍCIL DE ENTENDER, PERO ES CIERTO.

 

 

Como ya te contamos, la solicitud de Normas Especiales para habilitar la instalación de un centro comercial gigantesco, sumado a otros emprendimientos inmobiliarios, a lo largo de tres cuadras sobre la Av. Avellaneda (e/ F. Sarmiento y O. Andrade), presentada por el Gobierno porteño volvió a quedar a las puertas de la última sesión de la Legislatura del año pasado, gracias al esfuerzo de los vecinos movilizados denunciando que se trataba de atender sólo a los intereses económicos de una empresa y por la decisión de los legisladores que nos apoyaron sin aceptar ser arrastrados hacia una posición francamente alejada de las reales necesidades de la Ciudad.

 

Pero no habían pasado las fiestas de fin de año cuando empezamos a recibir alertas de amigos preocupados porque representantes de IRSA, acompañados por los mismos vecinos que en la Legislatura dijeron que esperaban la inauguración del shopping para instalar allí su propio local, empezaron a visitar a instituciones del barrio en busca de obtener apoyo para su "negocito".

 

Una vez más, nos vemos obligados a ponernos en alerta sobre este tema. Resulta insólito que un proyecto presentado cuatro veces en la Legislatura y que nunca consiguiera los votos necesarios para ser aprobado, siempre vuelva a aparecer. De la mano de sus propietarios o del Gobierno de la Ciudad, intentando vulnerar los derechos a una buena calidad de vida en nuestro maltratado barrio.

 

Nos pesa tener que volver a molestarte con este asunto, pero parece que se largó una campaña paralela a la electoral, tendiente a convencer a incautos para que apoyen su intento de edificar 125.000 m2 para albergar un gigantesco centro comercial, más edificios de vivienda de hasta 40 m de altura.

 

Ya hemos descripto los problemas que entendemos traería este emprendimiento si llegara a aprobarse, y no dudaremos en hacerlo todas las veces que haga falta. Pero hoy, sólo vamos a reiterar un antiguo texto que ya publicamos el año pasado, por que entendemos que resume el eje de este asunto, el negocio inmobiliario a cualquier costo. Y también agregamos la advertencia que hicimos el año pasado:

 

Se trata de un texto escrito en 1934, ¡sí, 1934!, para que reflexionemos sobre la cuestión de los emprendimientos edilicios abusivos y la falta de respeto por las condiciones naturales necesarias para una vida con calidad. Quizás el estilo suene algo antiguo, pero las razones siguen vigentes. Se evidencia que  el dinero es puesto por sobre toda otra condición sin la menor consideración por el prójimo. Las concepciones higienistas fueron dadas por superadas y mucho ha sucedido desde entonces, pero se sigue aumentando la deuda con la naturaleza.

 

En esa época ya se alertaba sobre el riesgo, hoy ya estamos saturados, pero parece que la sociedad no quiere verlo. Es necesario que todos demos pelea para evitar que la calidad de vida y la reflexión sensata sigan siendo avasalladas por el culto a los negocios de pocos.


 

En esas colmenas humanas que son las grandes ciudades modernas se ha roto el equilibrio razonable entre la obra artificial y los elementos de vida que generosamente nos brinda la madre naturaleza.

La ciencia urbanística ha puesto plenamente en evidencia que la utilización en la ciudad de los más maravillosos e inesperados recursos de la técnica no debe ni puede excluir el aprovechamiento intensivo de los elementos naturales. La ciudad como el árbol no puede desligarse de la tierra que lo sustenta.

Pero de este error podemos por lo menos obtener una conclusión evidente y es que cuando la edificación compacta alcanza una extensión importante se produce en la ciudad un estado de desequilibrio que afecta profundamente la regularidad de sus funciones biológicas, vale decir, que hemos confundido progreso edilicio con desarrollo anormal o deformación patológica del organismo urbano.

El progreso urbano no consiste en invadir ciegamente los terrenos con la edificación sino edificar conscientemente donde corresponde después de haber asegurado la formación y conservación del espacio en que debe dominar la naturaleza. Facilitando la entrada del aire puro y del sol vivificante al interior de las viviendas y de los barrios que se crean. Permitir que las viviendas de los seres humanos se amontonen desorganizadamente, en el medio de las impurezas de un aire cargado de humo y gases deletéreos y produzcan así ambientes antihigiénicos y nocivos a la conservación y mejoramiento de la especie, significa incurrir en un anacronismo que contrasta violentamente con el grado de adelanto a que ha llegado la civilización.

Luchando contra la rutina y el escepticismo, los urbanistas quieren que la vida entre con el aire y el sol en todas las viviendas y que el niño se desarrolle y vigorice en ambientes propicios en contacto íntimo con los dones y esplendores de la naturaleza.

La reconquista de la ciudad por la naturaleza es una ofrenda promisoria de salud y belleza para el hombre de la urbe.
 
Noviembre de 1934.
CARLOS M. DELLA PAOLERA.

Como tantas otras veces, nos proponemos mantener un contacto permanente sobre este asunto con vecinos y organizaciones, nos gustaría conocer tu opinión. Te saludamos cordialmente.


 
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