El edificio que se está construyendo al lado del pasaje amenaza con dañar los sistemas de energía eléctrica y la red de cloacas del barrio.
El boom inmobiliario avanza y ahora atenta contra la calidad de vida de los vecinos de Villa Santa Rita, un barrio de pequeños pasajes y callecitas pintorescas
En la Ciudad Buenos Aires, hay un barrio distinto a todos ya que de las 56 calles que lo conforman, 32 son cortadas o pasajes. Paisaje de casas bajas, Villa Santa Rita aún conserva la arquitectura típica de hace 40 años. Sólo tiene un gigante con 20 pisos de altura ubicado en el cruce de Cuenca y El Litoral, cortando el horizonte.
En el único pasaje peatonal de este barrio del oeste porteño, viven 14 familias que actualmente se movilizan junto a otros vecinos autoconvocados para preservar la zona del boom inmobiliario que explota y acecha en los cuatro puntos cardinales de la capital. El pasaje Guillermo Granville corta el pasaje Dantas y la avenida Álvarez Jonte. A ambos lados se planea construir tres edificios de entre nueve y diez pisos, encajonando el pasaje y privándolo de luz natural.
Cynthia Furlong vive sobre el pasaje con su marido y sus tres hijos. Mira la ventana y cuenta que la vista y la luz natural que entra a su casa se achican cada dos semanas. "El martes viene la cementera, y el miércoles empiezan un piso nuevo, trabajan con secado extrarrápido. Por esta velocidad de construcción es que los tiempos con que contamos son extremos. El pasaje va a quedar encerrado. Y es el único espacio donde los chicos del barrio pueden jugar tranquilos." Esto se debe a que Villa Santa Rita es uno de los pocos barrios que no cuenta con espacios verdes.
Según el Código de Planeamiento Urbano, una antigüedad que data de 1977, cuando la ciudad no era la que es, este tipo de construcciones están permitidas. La avenida Álvarez Jonte, según dicho código, tiene la certificación C32, que significa que ese lugar es un centro comercial de barrio. Por una modificación realizada en el 2000, la certificación C32 pasó a tener FOT libre, esto es, que la altura permitida para construir está en función al ancho de la calle. Jonte permite construir edificios de ocho pisos, aunque limite con un pasaje que no permite más de cuatro.
Los vecinos autoconvocados están reclamando en tres ámbitos distintos. Por un lado, el administrativo, que consiste en varios acercamientos al Gobierno de la Ciudad. Por otro, el judicial, que están llevando adelante con el abogado Osvaldo Sidoli, quien también defendió a los vecinos de Caballito en casos similares. Y, por último, el político: se comunicaron con distintos bloques que ya se están haciendo eco del conflicto.
"El pasaje está considerado como sitio de interés turístico, como lugar pintoresco, pero al no ser patrimonio de la ciudad, no tenemos amparo legal", cuenta María Lestani, otra de las vecinas de Granville. Y agrega: "Con la estructura como está hoy, ya tenemos suficientes dificultades. Hay 12 casas, y ninguna llega a tener la tensión eléctrica que debería. En verano, después de dos días de calor pasamos tres sin luz. Los aparatos son viejos y no se hizo ninguna remodelación. En cuanto a las cloacas, no se hizo ni un metro de cañería nueva". El lunes pasado, el diputado Eduardo Epszteyn (Diálogo por Buenos Aires) presentó un proyecto de ley propone cambiar la zonificación para las parcelas frentistas a la avenida Álvarez Jonte, entre la calle Concordia y la calle Argerich, limitando las construcciones a 12 metros de altura, "con el fin de preservar las condiciones de vida en la zona de referencia y asimismo resguardarla de las contingencias no deseadas por el incremento de la densidad poblacional en el barrio y que no sea sostenido por la infraestructura urbana de allí".
El Frente para la Victoria también respondió al llamado de los autoconvocados, "y están tratando de hacer una investigación sobre si en realidad se respetó o no el código urbano, porque según tengo entendido, Granville figura como calle en el catastro, y no como pasaje, lo cual es ridículo, si ni siquiera se puede ingresar en moto", cuenta Pablo Velázquez, habitante del lugar desde hace 12 años.
Según el abogado Sidoli, la semana próxima presentarán un recurso de amparo. "El juez tendrá de 20 a 40 días para resolver. Esperamos conseguir una medida cautelar que suspenda la obra en curso y las próximas a construirse, hasta tanto se resuelva el conflicto o la Legislatura se defina en cuanto al proyecto de ley." Sidoli es optimista en este sentido, ya que hay un caso de 2010 que se asemeja y fue resuelto a favor de los vecinos. El arquitecto Guillermo Gutiérrez Russo, asesor del diputado Epszteyn, también recuerda que "es exactamente el mismo conflicto que hubo en la avenida Salvador María del Carril el año pasado, en Villa Pueyrredón. Esto pasa porque, al agotarse los terrenos más valiosos de la ciudad, empiezan a buscarse otras zonas que no habían sido consideradas antes y que permiten grandes construcciones".
José Luis Juresa, otro de los vecinos, afirma que: "Estamos legítimamente preocupados por evitar que los edificios tapen el sol, pero el pasaje tiene un aspecto cultural desatendido y que hay que revalorizar en el marco de esta lucha. Tiene que ver con la relación existente entre estos rincones perdidos de Buenos Aires y una política cultural basada en lógicas financieras y que sólo se vale de megaeventos redituables. Este tipo de cultura tan afecta al macrismo es lo que hay que rechazar. Creo que lo que sucede aquí debe mirarse desde ese punto de vista y no solamente como un conflicto más entre vecinos que cuidan su propiedad privada. A este pasaje hay que recuperarlo culturalmente".
El próximo sábado al mediodía se realizará un festival en Jonte y Cuenca, esquina donde se encuentra una histórica verdulería del barrio. Mientras tanto, los vecinos siguen juntando firmas para sumar gente al reclamo.