domingo, 11 de julio de 2010

Derechos difíciles (y humanos)

Oscar Taffetani (APE)


La tasa de mortalidad infantil en la ciudad de Buenos Aires -publicaron varios medios- aumentó por primera vez en cinco años. En 2009 murieron 45 bebés más que en 2008. Dicho de otra manera: en 2009, la tasa fue del 8,3 por mil, cuando la de 2008 había sido de 7,3.


Para el gobierno municipal, la explicación es que hubo “nuevos asentamientos” y que allí los chicos nacen con “malformaciones congénitas” y están más expuestos que otros a los virus y a las enfermedades (por ejemplo, la enfermedad de no tener cloacas; o la enfermedad de carecer de agua potable).


La oposición señala -con razón- que la responsabilidad por cada niño que muere por causas evitables, en una ciudad, será siempre de aquellos que gobiernan esa ciudad.


Además, como se ha recordado, la comuna con mayor tasa de mortalidad infantil de la ciudad es la 8, correspondiente a Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo. Allí, en el sur, se mantiene desde hace varios años el índice de 12,8 por cada mil, mientras que en barrios del norte, históricamente favorecidos, está en un 5,2.


De cualquier modo -valga la acotación- ni siquiera los barrios más aventajados de la ciudad más aventajada de la Argentina mejoran los índices de mortalidad infantil de Cuba, pequeño país que en 2008 logró bajarlos hasta el 4,71 por mil (que es el nivel de los países con más alto grado de desarrollo humano).


Las dos ciudades


Por iniciativa de la Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, el municipio de la ciudad de Buenos Aires aprobó en los ’90 la creación del denominado Paseo de los Derechos Humanos, retazo del enorme Parque Indoamericano planeado para la zona sur de la ciudad, sobre lo que alguna vez fueron basurales y baldíos sin destino.


El Paseo quiere recordar, bajo la forma de bosques de especies autóctonas, a los desaparecidos de la última dictadura. Un espacio semejante, creado para la misma época, es el Paseo de las Malvinas, en donde fueron plantados 649 cipreses (uno por cada uno de los caídos en la guerra austral)


Sin embargo, los citados paseos y el parque mismo sufren una doble maldición: por un lado, se hallan en la zona sur de la ciudad (es decir, el sector más pobre y postergado, donde el gobierno de Macri -hasta ahora- no encuentra la manera de hacer negocios; y por el otro, están consagrados a asuntos que Macri y la mayoría de sus ministros desprecian, como son la memoria de los desaparecidos y la memoria de Malvinas.


A la doble maldición, le corresponde un doble abandono. El Gobierno municipal no aplica en ellos los recursos que tienen asignados. Y vándalos de distinta clase, aprovechando la falta de vigilancia, los depredan por la noche. Así, se van perdiendo las estelas y placas que recuerdan a los soldados de Malvinas, las esculturas que homenajean a los desaparecidos, las columnas de alumbrado y hasta los árboles.


Las plazas y parques del área norte de la ciudad, en cambio, cuentan con toda la vigilancia y atención necesarias. La promesas de campaña de Mauricio Macri sobre la escuela pública, el hospital público, el espacio público, etcétera, fueron sólo eso: promesas de campaña.


Rendición de cuentas


Más allá de las disputas y competencias de la dirigencia política, lo cierto es que los Derechos Humanos con mayúsculas (ésos que proclamó y lanzó al mundo la Revolución Francesa) no se cumplen, ni dentro ni fuera del Parque Indoamericano. Pero tampoco se cumplen los derechos humanos con minúsculas, ésos que son, a nuestro juicio, más importantes. Por eso en Villa Lugano, donde está el parque, la tasa de mortalidad infantil es la mayor de la ciudad.


Tal vez se debería empezar al revés la lucha. Y reclamar a los gobiernos (no sólo al de Macri) que tomen como causa patriótica y de unidad nacional bajar la tasa de mortalidad infantil. Y ya que estamos, dar vivienda digna a los niños vivos (por ejemplo, aplicando las partidas presupuestarias aprobadas, para terminar el conjunto Los Piletones, en uno de los bordes del parque). Y también -por qué no- dar trabajo a los padres de esos niños. Y enseñarles a todos que la educación, la salud, la vivienda y hasta los paseos y los parques, son derechos humanos. Derechos difíciles, y humanos.


El ingeniero Macri tendrá que rendir cuentas, algún día, por esos parques y paseos que deja morir en el sur de la ciudad. Pero antes, deberá rendir cuentas por cada uno de los niños que hoy se malogran y se caen del mapa, y que no llegan a ser vecinos, ni ciudadanos, ni votantes.

Publicado por ARGENPRESS en 17:35:00

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