jueves, 24 de febrero de 2011

EL FISCAL DIJO QUE SE HABIAN DETECTADO FALLAS Y SOLICITÓ PRISIÓN PREVENTIVA

PorPablo Novillo

La fiscalía que interviene en la causa por el derrumbe del gimnasio de Villa Urquiza pidió la prisión preventiva para el ingeniero Guillermo Heyaca Varela, procesado porque estaba a cargo de la obra del terreno de al lado, que produjo la tragedia en la que murieron tres personas .
El derrumbe ocurrió el 9 de agosto, en Mendoza 5030. En el terreno vecino se estaba construyendo un edificio, y el responsable de la obra era Heyaca Varela. Pero, según aseguró una pericia de Bomberos, ese trabajo se realizó sin respetar las medidas de seguridad , como el apuntalamiento de tabiques y medianeras. Por eso, el gimnasio se vino abajo: murieron Guillermo Fede (37 años), Luis Lu (27) y Maximiliano Salgado (18). Además hubo once heridos.
El ingeniero fue procesado la semana pasada por “estrago doloso” , un delito que prevé de tres a diez años de prisión. Sin embargo, la jueza penal María Fontbona de Pombo le permitió esperar el juicio oral en libertad.
Según el escrito presentado por José María Campagnoli, fiscal del distrito Saavedra-Núñez, a la jueza, la prisión preventiva corresponde por “la total indiferencia del acusado para lo que era un desastre en ciernes en el que sólo por milagro cabía esperar que no hubiera víctimas fatales: máxime cuando inspecciones realizadas en el lugar con anterioridad ya habían destacado las serias falencias”. La referencia tiene que ver con una denuncia que había hecho semanas antes la UOCRA, por la falta de condiciones de seguridad.
Además, Campagnoli asegura que una vez ocurrida la tragedia “Heyaca Varela dio más muestras de su indiferencia: no se acercó a la obra ni se puso a disposición de las autoridades”. Y agrega que en 2006 el profesional ya había sido sancionado por irregularidades en otras obras . Por eso advierte que el acusado podría “sustraerse al accionar de la Justicia”.
En el escrito no se pide la preventiva para los otros dos procesados: Daniel Menta, el dueño de la constructora para la que trabajaba el ingeniero, y José Pataro, propietario de la máquina excavadora que operaba en el lote lindero al gimnasio.

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