De códigos y privilegios
El nuevo código "urbanístico" sigue generando dudas por su parcialidad hacia las constructoras y su indefinición sobre los que viven en la ciudad. Una visita de la Unesco y el seminario del adobe.
Por Sergio Kiernan
El entusiasmo del macrismo por el nuevo Código Urbanístico despierta las sospechas de toda persona que ame esta ciudad. Mauricio Macri tuvo en su vida sólo una actividad que se parezca en algo a una profesión y eso es dirigir la empresa constructora del grupo familiar. Además del fútbol como negocio, lo que conoce íntimamente, lo que considera real, es la especulación inmobiliaria. Eso se notó en sus ocho años de gestión porteña y es la impronta que le dejó a sus sucesores en la Ciudad.
Con lo que es necesario leer con cuidado y en este contexto el nuevo código "urbanístico", que es presentado como una obra maestra del planeamiento, la palabra final en la materia y la herramienta para construir una ciudad mejor. SOS Caballito, con desconfianza pampa, está leyendo la creación macrista con cuidado y encontrando cosas que no despiertan ni calma ni paz. Por ejemplo, cómo aparecen con claridad las prioridades del documento. En sus 148 páginas, hay 115 referidas a normas constructivas y uso del suelo, y 14 a generalidades, conceptos e introducciones diversas. Lo que deja apenas un par de docenas de páginas para temas fundamentales:
Garantías del Hábitat, Articulación Metropolitana, Equidad de Género e Inclusión del colectivo LGTBI, Ribera Accesible (del Río de La Plata y del Riachuelo), Parques Metropolitanos, Áreas de Reserva Ecológica, Ciudad Verde, Reserva de Árboles, Compromiso Ambiental, Reurbanización e Integración Socio-Urbana, Protección Patrimonial e Identidad, Protección Ambiental, Áreas de Protección Histórica Específicas, Áreas de Arquitectura Especial,. Túneles y Vestigios Arqueológicos, Desarrollo Territorial y Programas de Actuación Urbanística; Área de Desarrollo Prioritario Sur, Planes para Grandes Equipamientos, Plan para Parcelas Mayores de 2500 metros cuadrados, Plan de Comunas, Polos Productivos, Convenios Urbanísticos, Asociaciones Público Privadas, Acceso justo al hábitat.
Como se ve, se detalla lo que importa financieramente, lo que es negocio, lo que se entiende como importante y se deja en el mero resumen enunciativo lo que hace al tejido urbano y a los que lo habitan.
Pero la cosa no termina ahí, como bien señala SOS Caballito, que encontró un ejemplo francamente freudiano en el lenguaje de redacción. Se trata de algo llamado Evaluación Ambiental Estratégica, que suena a un estudio de impacto ambiental pero no lo es. "La EAE es un instrumento de apoyo al proceso de planificación urbana que complementa el esquema de evaluación de impacto ambiental tradicional. La EAE ayuda a identificar las consideraciones ambientales que puedan surgir de acciones más amplias tales como nuevas políticas, planes urbanos e iniciativas de programas de actuación con efectos en un territorio determinado, e introduce en sus fases distintas instancias de participación del universo de actores territorialmente implicados". Muy lindo lo de "apoyo", pero como en las 148 páginas del proyecto de ley ni se mencionan los estudios de impacto ambiental, queda la duda sobre qué están hablando. No se detallan obligaciones, no se dice siquiera que algo así sea obligatorio ni qué parámetros hacen algo aprobable o no… Con estas vaguedades es que se crean los peajes.
Los trucos son incesantes, como se puede ver en el capítulo sobre los centros de manzana. Esto de dejar espacio ahí, de no ocupar todo, es una idea muy, muy vieja que fue aplicada como emblema de modernidad por los españoles que andaban fundando ciudades. En esos tiempos se hacía la manzana como un anillo y se dejaba una entrada para carros y caballos. Los vecinos compartían el centro de la manzana como un espacio común donde había aljibes, huertas, carros y caballos atados, y era un lugar de circulación interno entre las casas, apenas aisladas. En el siglo 18, los ingleses llevaron el concepto a la creación de plazas internas a las que se puede acceder desde la calle o directamente desde los pequeños jardines privados de las casas. Son lugares de enorme belleza, especialmente los de Bath y los de Dublín.
Entre nosotros, este espacio comunitario fue cerrado y sobrevivió sólo como el famoso pulmón de manzana, privado pero no edificable. Esto con la solemnidad actual, se transforma en el Centro Libre de Manzana que supuestamente se debe dedicar a espacio libre, verde y absorbente, una suerte de jardín obligatorio. Pero el que se alegre con esto tiene que moderarse porque el cálculo de esta área la limita a menos de una décima parte de lo disponible, una miseria. De todos modos, esto sirve apenas para mostrar la intención de complacer a los especuladores porque es raro que se abran manzanas nuevas en esta ciudad ya saturada.
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