Los asesinos del paisaje
Quintín Cabrera
Los diminutos mercaderes de la angustia,
asesinos del paisaje ciudadano,
como Atilas modernos, devastando
sobre nuestra ciudad meten la mano.
Son brujos que se sacan de la manga
permisos y leyes especiales,
están presentes en todas las esquinas
y para todo siempre tienen llave.
Matan parques, jardines y esperanzas.
A su merced están las calles asustadas.
Fabricando ciudades depresivas,
construyen nichos gigantes con ventanas.
Impunes en los años del fascismo,
tampoco les va mal la democracia:
pueden ser senadores o ex-ministros,
presidentes de club, según su talla.
Son una especie que, a pesar de su plumaje,
de tener un magnífico presente
y de gozar de los placeres de la vida,
se asegura su extinción próximamente.
Sus mejores aliados son los duros,
rinden culto al oro, metal divino.
Sus peores enemigos, ya se sabe,
son las asociaciones de vecinos.
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