Los vecinos de lo que iba a ser el miniestadio porteño no pudieron festejar lo que podría haber sido una victoria sobre la prepotencia. Ya quedó claro que el miniestadio no se va a hacer, con lo que lo peor se pudo evitar, pero la manzana de Belgrano y Jujuy, despejada a costa de varias demoliciones patrimoniales, se va a ir transformando en un cambalache de canchas, estacionamiento y bar. Los vecinos tuvieron una muy buena reunión con la controladora de faltas Paula del Río para ver cómo seguía la clausura que habían logrado en mayo por obras indebidas, y también pasaron por la Defensoría del Pueblo porteño, que terminó dándoles la mala noticia publicada en el Boletín Oficial. Con la firma de Antonio Ledesma, el director general de Interpretación Urbanística y Registro que tantas y tantas cosas firma –¿tendrá fueros vitalicios? ¿no le preocupa el futuro?– ahí aparece la autorización para mutar el proyecto de miniestadio a convoyado de canchas y usos diversos.
La disposición es la 495 y habla sobre la consulta para crear un conjunto de "Playa de estacionamiento; Club deportivo con instalaciones al aire libre, canchas de golf, fútbol 5, mini fútbol; Bar, café, whiskería, cervecería, lácteos, heladería, etc.". El texto se preocupa por la zonificación, las leyes aplicables y otras cuestiones legales y burocráticas, pero sobre todo porque la manzana, formada por varios terrenos, no fue unificada. Aquí viene un poco de realismo mágico burocrático, en el que se terminan aceptando obras y usos para algunas de las parcelas aunque el terreno sea de hecho –materialmente– uno solo y de una manzana de superficie. Esta es, de paso, la excusa por la que los dueños continuaron trabajando sin problemas pese a la clausura: la medida fue parcial y no total, en todas las parcelas, con lo que simplemente entraban por alguna otra entrada y le daban p'adelante.
En concreto, Ledesma y los suyos le terminan aprobando una playa de estacionamiento interno de algo más de mil metros cuadrados, un club con todo tipo de canchas de casi 3500 y un bar de 100. La única preocupación que manifiesta la aridez bizantina de la disposición es hacia los muros perimetrales de la Manzana 66, que hoy son una ruina rotosa y medio masticada por la demolición de apuro. Los dueños no parecen estar preocupados en absoluto por el tema, no proponen nada, ni demoler y hacer una nuevo, ni reparar lo que existe, ni siquiera pintarlo. Con lo que la gente de Ledesma registra que se podría hacer un "jardín vegetal vertical", la nueva moda pavota y tramposa para fingir que se crean espacios verdes sin tocar ni un metro cuadrado de la realidad.
No extraña que los vecinos comuniquen que "Estamos indefensos y se actúa con impunidad. Los denunciamos en la Agencia Gubernamental de Control, en la Dirección General de Fiscalización y Control de Obras, en la comisaría 8ª, en la fiscalía y en la Defensoría del Pueblo y nunca dejaron de trabajar". Pero siempre hay alguna manera tersa y legalista de negar la realidad y dejar hacer al sector mimado del macrismo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-2974-2015-08-15.html
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