Derrumbes (publicado en el N° 50 del periódico Vecinos Memoriosos de Caballito)
¿Por qué hay tantos derrumbes en la Ciudad de Buenos Aires? Esa pregunta tan actual parece haber llegado a Buenos Aires como escapando desde terrenos de poca densidad, arenosos, de laderas de acantilados. Derrumbes ¿serán parte de la migración descontrolada que preocupa al Jefe de Gobierno?
Los edificios, los laterales de las excavaciones, los balcones, se derrumban por cuestiones varias. En primer lugar, porque, no sé si todos lo recuerdan, estamos sometidos a la ley de gravedad y a esa ley no hay posibilidad de evadirla. Parece ridículo, pero como hay muchos profesionales del diseño y la construcción de edificios que ya no piensan en el sol, la luz, el aire, la ventilación y tantas otras cosas de la naturaleza, es probable que tampoco recuerden el descubrimiento del viejo Newton.
Todo lo que no está firmemente apoyado en la madre tierra, caerá irremediablemente si no lo sostenemos debidamente o si le quitamos su apoyo. Para que un edificio se sostenga en pié debe tener buenas bases, que descarguen a tierra firme el peso que les transmiten las columnas, paredes u otros elementos que llevan hasta allí las cargas generadas, desde el punto más alto del techo, por todas y cada parte de lo que se construye, más las que se le agregarán cuando sea usado, personas, muebles, movimientos, motores, agua. ¿Cuánta agua habrá en una casa? ¿Y en esos edificios "top" con pileta?
Los ingenieros civiles tienen el eje de su carrera en el cálculo de estructuras. Los arquitectos estudian durante cuatro años esos temas. Y el nombre de las materias es "Estructuras", "Estabilidad" o "Resistencia de los materiales". Las carreras dedicadas al proyecto y construcción de obras no se toman en chiste el asunto. Parece que los municipios tampoco, o al menos no lo hacían. Entonces, han definido protocolos de seguridad para el cálculo y la ejecución de las estructuras, para la excavación, para las fundaciones, para la demolición de edificios, para la protección de la calle y los edificios linderos y muchos otros. Y se definen responsabilidades y controles en las obras. La informática permite que hoy el proyecto y cálculo se haga con mucha precisión para saber exactamente donde se producen los mayores esfuerzos. La tecnología de materiales ofrece varias soluciones para cada tema.
Entonces, ¿por qué hay derrumbes? Yo creo que se trata de un tema de responsabilidad de los profesionales, individualmente y como colegiado. De los funcionarios de aprobación de proyectos y control de obras, individual e institucionalmente. De los demoledores y constructores, individual y corporativamente. Y, sin quitar nada a los anteriores, de los especuladores inmobiliarios. Ávidos dueños de una codicia fenomenal que busca del aprovechamiento especulativo del más ínfimo espacio urbano, ventajeros de la utilización sin cargo de la infraestructura que la sociedad costea, adoradores sin medida del lucro en desmedro de la arquitectura, el paisaje y la calidad de vida.
Rara vez se suma algo tan tremendo en una larga cadena de irresponsabilidades. Y, atención, en Buenos Aires gran parte de los profesionales proyectan "su" obra en "su" terreno para beneficio de "su" negocio y el de "sus" inversores. Entonces, no reparan en lo que hay alrededor. Los entes de aprobación y control, tampoco. Miremos Buenos Aires y veamos que dice el Código de la Edificación de la Ciudad en su artículo 4.4.1 GENERALIDADES SOBRE ARQUITECTURA Y ESTETICA URBANA: La estética edilicia es de orden público. … Ningún edificio, o parte de él con frente a la vía pública, podrá contrariar la armonía del conjunto edilicio, cualquiera sea el estilo de la arquitectura adoptada o el carácter del edificio. Los principios urbanísticos privan sobre las conveniencias particulares y ninguna razón podrá sobreponerse a ellos. Las partes exteriores de los edificios corresponderán en sus conceptos y lineamientos a los principios fundamentales de la estética arquitectónica teniendo en cuenta su emplazamiento y el carácter del lugar. No se rían. Es muy serio.
Es difícil de creer por que los señores que otorgan permisos de obra tampoco cumplen esta ley (el Código es una ley). Me consta por haberles preguntado a ellos y no conocen ese artículo.
Una historia conocida: En cualquier momento, los vecinos descubren que están demoliendo una casa, sin cartel de obra, de adentro para afuera. Varios meses después aparece el cartel de permiso de demolición con una fecha reciente e infinitamente posterior a la del descubrimiento de los vecinos. (Por ej., Alberdi 1300. Demolición iniciada en julio de 2010, permiso de obra del 29 de octubre de 2010). Durante meses, los vecinos denuncian la situación, el controlador no la ve.
Las herramientas de demolición manuales o grandes máquinas deben trabajar rápido, el tiempo es oro, y generalmente son de dimensiones a las que soportan los edificios e infraestructura vecinos, así comienza la agresión contra los linderos. Martillos neumáticos, amoladoras, retroexcavadoras y palas enormes demuelen y, de paso, hacen vibrar a los edificios cercanos. Los vecinos denuncian, el controlador dice que está todo bien o ve el riesgo y sus jefes no lo escuchan. ¿Recuerdan el derrumbe de Goyena y Thorne? No fue tan espectacular como el de Bartolomé Mitre porque la casa era de dos plantas y hubo dos heridos en lugar de un HOMICIDIO. Menos espectaculares son los "accidentes" que a diario sufren casas, donde se rajan las paredes, se deforman los pisos, las puertas no cierran…
Después viene "el pozo". Hay un protocolo para excavar. Toda una técnica de abrir socavones para hacer submuraciones bajo las bases de los linderos, intercaladas con taludes para evitar dejar sin apoyos a esas bases y paredes medianeras, pero el alquiler de las retro es muy alto, el tiempo es oro y metele el corte todo de una vez así sale más barato y si la casa vieja ya duró tantos años aguanta. Pero a veces no. Sólo porque "a veces" no aguantan, no se notan tantas irresponsabilidades.
Y después sigue la construcción y otra vez lo mismo. Obras corriendo una carrera contra el tiempo. Las amoladoras cortan las medianeras con frenesí y estruendo. El vecino se queja y el controlador nuevamente dice que está todo bien (Ej.: Puán al100) y el constructor lo agrede físicamente (Ej.: Pumacahua al 100, Terry al 200). En el apuro, quizás alguien se olvida de doblar un hierro como corresponde en la estructura de un balcón, nadie controla y queda la trampa. Espada de Damocles, de hormigón mal armado, colgada a varios metros de altura. Trampolín mortal para quien salga a mirar.
¿Cómo salir de este desastre? Para empezar, interviniendo las Direcciones de Registro y Fiscalización de Obras (DGROC y DGFyCO) y cambiando todo el sistema de control. Lamentablemente, ante los hechos sucedidos no se puede confiar en la responsabilidad y pericia de quienes dirigen y construyen obras. "El hombre es bueno, pero si sabe que lo controlan, es mejor", dijo alguien. Qué pena ¿no?
Los Consejos Profesionales, encargados de avalar la firma de los profesionales, deberían dejar de actuar corporativamente, no pensar en los negocios sino en la responsabilidad de sus matriculados. No debería bastar con tener el pago de la cuota al día. Al menos, quienes tuvieron a cargo obras con estos siniestros deberían superar un riguroso examen antes de ser rehabilitados para este hermoso trabajo.
Para terminar, una apelación a la responsabilidad de todos aquellos que trabajan en la construcción. Hoy, el negocio inmobiliario se ha convertido en una industria floreciente, con buenos dividendos y muchas obras. Entonces, ¿no se puede trabajar con algo más de calma, menos codicia? Sabiendo decir que no cuando nos piden más altura, más superficie, menos plazo de ejecución, menos costos, más ganancia. Sí, se puede. No hacerlo es grave. De una gravedad insoslayable, como la de Newton.
Arq. Rodolfo Fernández.
Integrante de SOS Caballito.
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