Buenos Aires, 27 de octubre de 2014
Estimado vecino de Caballito y la Ciudad de Buenos Aires:
Volvemos a expresarnos sobre el proyecto de Normas Urbanísticas Especiales para habilitar la construcción de un gigantesco centro comercial en Caballito.
Entendemos que hablar de identidad es hablar de cultura. Las reflexiones sobre el sentido de un espacio y su significación en el entorno en que se ubica están encadenadas y ofrecen un marco conceptual y contextual que tendrán un interés y una utilidad enormes en el momento de intervenir en el territorio.
Por lo tanto creemos que el tratamiento de una modificación de las normas sobre aspectos urbanísticos en cualquier lugar de la Ciudad no puede hacerse atendiendo sólo a los intereses económicos de una empresa privada. Ante el Proyecto de Ley Expediente N° 962.273/2011 presentado por el Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires a la Legislatura solicitamos que su tratamiento sea amplio y apegado al cumplimiento de todos los aspectos legales establecidos.
Sería lamentable que se aprobaran normas especiales para estos terrenos sin hacer un profundo análisis de las necesidades de la Ciudad en general y del barrio en particular.
Estamos hablando de un lugar con historia. En la presentación del Proyecto de Ley, dice: "En los informes técnicos de los organismos competentes se manifiesta la existencia cierta de un vacío urbano en las adyacencias del Club Ferrocarril Oeste, contribuyendo la puesta en uso del predio a revertir la situación de deterioro del sector".
Al respecto, nos permitimos disentir sobre esa definición de "vacío urbano". Para ello es necesario señalar que todo el sector adyacente a la estación de trenes de Caballito, que abarca desde la calle Parral entre sus intersecciones con Neuquén y Yerbal, hasta la Av. Donato Álvarez entre Av. Avellaneda y Yerbal ha sido desde hace casi 150 años un punto asociado al desarrollo del barrio y también un problema para la comunicación Norte Sur del mismo.
Ya desde la época en que esta zona todavía no formaba parte de la Ciudad, sino que se caracterizaba por ser un sector de quintas, el mencionado terreno formaba partes de esas unidades de producción incipiente. Cabe recordar que allí tenían propiedades las familias Miró, Naón (cuyo solar se enfrentaba en su extremo sur con la quinta y pulpería del Caballito que dio nombre al barrio) y de la Riestra, algunos de cuyos miembros formaron parte de la Sociedad del Camino de Hierro que fundó y desarrolló el primer tendido del tren que llegaba hasta Floresta. Aún hoy existe, dentro del sector comentado, la casa que fuera propiedad de Norberto de la Riestra.
Con la instalación de la estación, comenzó el desarrollo de un centro de cargas ferroviarias que llegó a unir las que luego fueron las líneas Sarmiento y San Martín, a través de un tendido que circuló por la actual Av. Honorio Pueyrredón hasta la playa ubicada en cercanías de Av. Dorrego y la actual cancha de Atlanta.
En la esquina de Av. D. Alvarez y Bacacay, uno de los ingresos vehiculares y peatonales al predio, funcionaba el llamado Patio de los Lecheros, donde recibían su carga, llegada en tren, los proveedores de leche de un amplio sector de la ciudad. Ese punto fue quedando en desuso hasta que, a principios de este siglo XXI, la acción de un grupo de vecinos logró su recuperación, aunque, lamentablemente, volvió a ser abandonado por el Gobierno de la Ciudad que lo cerró y no volvió a darle uso, excepto para una mínima intervención "modernizante" que incorporó algunas instalaciones para después volver a quedar cerrado.
El desarrollo que alcanzó la gran Playa de Cargas del ferrocarril fue muy importante, construyéndose en su interior grandes galpones para estiba, una histórica balanza de cargas, tanques de agua, sectores de reparación y limpieza de locomotoras y vagones, dos "puentes" giratorios de cambio de dirección de las locomotoras, y otros elementos, muchos de ellos todavía existentes y que deberían ser reconocidos por su valor patrimonial histórico.
Estas actividades ferroviarias no siempre fueron agradables para el vecindario, por ejemplo, la limpieza y enfriamiento de las calderas de las viejas locomotoras provocaba un penetrante olor a coque (carbón de piedra) y desprendía un molesto hollín.
Los galpones mencionados, de claro lenguaje ferroviario, son de gran tamaño y tienen diferentes estados de conservación. En uno de ellos, funciona desde 2002 el centro de actividades culturales "La estación de los deseos", que proporciona a muchos artistas un espacio para sus prácticas que, de otra forma, les sería muy difícil de abordar económicamente.
Hacia 1904, fue fundado el Club Ferrocarril Oeste, que obtuvo por cesión de la empresa ferroviaria, primero en préstamo y luego en forma definitiva, los terrenos donde actualmente funcionan sus sedes sociales y deportivas, generando un polo de atracción para la instalación de viviendas en sus alrededores.
Más adelante, también fueron ocupando las cercanías pequeñas industrias que aprovechaban la cercanía de la estación y el incipiente desarrollo barrial. Pueden mencionarse el molino Morixe, instalado originariamente en Yerbal y Rojas y desde 1938, con sus clásicos silos ya demolidos, en Cucha Cucha (hoy Federico García Lorca) y las vías; la semillera Cerealfa, pegada al límite sur del estadio de Ferro, que cada jornada entregaba un nuevo y extraño aroma a los deportistas que entrenaban al otro lado del paredón medianero; el taller Di Paoli de tanques de transporte y almacenamiento de líquidos en Av. Avellaneda, a la espalda de la vieja platea de madera del estadio, donde hoy señorean edificios de departamentos; y la fábrica Emegé de cocinas y calefactores que funcionó por años sobre la Av. Avellaneda justo frente al predio donde se propone habilitar la construcción del centro comercial.
Lamentablemente, también estas construcciones y otras viviendas vecinas fueron vendidas y demolidas hace ya tiempo y, para que no queden dudas de la especulación inmobiliaria que reina en el barrio, esos terrenos todavía siguen baldíos, afectando groseramente la calidad de vida de los vecinos.
Con una visión diferente, el mencionado Club Ferrocarril Oeste ostenta tenencia precaria sobre otros espacios cercanos a su estadio en los que, en los últimos años, se han construido canchas de fútbol, handball y hockey y vestuarios y otras instalaciones de apoyo a las prácticas deportivas que han dado un cambio de imagen rotundo a ese sector.
Sobre la calle Yerbal, funcionan un espacio deportivo comercial sumamente activo y un centro de recicladores urbanos donde hacen su tarea un gran número de personas.
Todos los mencionados, espacios de usos diversos que, lejos de representar un vacío urbano, son muestras de una gran actividad que aprovechó y aprovecha, desde hace más de un siglo y medio ese sector. Por lo contrario, su existencia y variedad de usos ha consolidado un bloque cerrado que corta prácticamente en dos a Caballito y para el que hace falta un estudio cuidadoso que permita mejorar lo existente, definir nuevos usos, básicamente públicos y equipamiento urbano, mejorar la comunicación peatonal y vehicular Sur Norte y asegurar un importante incremento del espacio verde y público, tan necesario en un barrio excesivamente densificado en población y construcciones.
Nos hemos propuesto mantener un contacto permanente sobre este asunto, nos gustaría conocer tu opinión. Te saludamos cordialmente.
SOS Caballito
Ese no es un espacio vacío, ese espacio es de Ferro, eso fue vendido por un presidente nefasto en ferro (el que le hicieron la cámara oculta porque vendió terrenos) los vendió de manera ilegal y nunca entro esa plata a Ferro, así que esos terrenos van a tener que volver a quien le pertenece que es a Ferro, y van a estar al servicio del socio y el vecino como siempre, muy buenas sus propuestas pero haganla en otro lugar porque ese terreno es de Ferro. Saludos!
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